No hay nada que me haga sentir mejor que comprobar como cada día más personas empiezan a cuestionar los oxidados dogmas de la vieja ciencia y pasan a engrosar las crecientes filas de la Resistencia, así me enorgullezco de poner esta carta que acabo de recibir. Documentos como este hacen más liviana la carga de mis tareas diarias, pues veo cómo mis desvelos dan fruto, por más que les pese a los amargados que boicotean mi trabajo desde tribunas públicas.
Estimado colega Von Steiner el descubrimento de su ciberbitácora ha supuesto para mí una auténtica revolución moral y no temo exagerar si aseguro que nunca otro acontecimiento ha marcado mi vida de modo tan profundo, ni tan siquiera el nacimiento de mis dos hijos semialienígenas es parangonable en dicha y emoción a la que ahora me embarga; considéreme pues el más fiel lector de su página desde ya. Si además me concediera el honor de convertirme en confidente suyo la felicidad habría alcanzado su cénit en mi, hasta ahora, pobre alma. Son ciertamente innúmeras las virtudes que adornan su pensamiento y tengo para mí que es de las más preciosas su compromiso insobornable con la Verdad y ese afán heroico de predicarla en un mundo en que los que la buscan con ahínco se ven atrapados una y otra vez en la red de sórdidas mentiras que los sumos pontifex de la verdades oficiales han urdido sutilmente a lo largo de los siglos a fin de mantener al ser humano en el estadio de tenebrosa infraconsciencia en que hoy nos hayamos. Desarticular meticulosamente las casamatas tras las que la Verdad se haya secuestrada se me antoja hoy una tarea vital a la que nos hemos de enfrentar los hombres de buena voluntad; la tarea principal. Lamentablemente pocos quedamos ya firmemente comprometidos en ella; no debemos sin embargo cejar en nuestro hercúleo empeño. Hombres como usted insuflan nuevos bríos en los que somos de natural menos audaces y con frecuencia sucumbimos al desaliento; por mi parte le aseguro que tal circunstancia está definitivamente conjurada. Otros han sido los precursores que han abierto la gloriosa senda y a ellos debemos el respeto filial hacia los buenos padres: Von Daniken, J.J. Bénitez, Bergier... grandes nombres que usted sitúa en la cúspide que merecen tras décadas de haber sido infamiados con la crueldad que son capaces de inflingir tántas manadas de austrolopitecos que a sí mismos se otorgan el calificativo de hombres de ciencia. No obstante tal cantidad de información bien asimilada amén de una exposición contundente y rigurosa de las pruebas que presenta su bitácora, me sentiría profundamente halagado si a ellas añadiese las que aporta el gran estudioso Andreas Faber Kaiser en relación con el mito de Cristo en su indispensable libro "Cristo nació en Cachemira"; a tal efecto me permito la osadía de recomendarle la siguiente dirección: personal.telefonica.terra.es/web/fir/, adjuntando más abajo la portada de la edición en urdu de dicho libro:
Esperando sea de gran provecho y ansioso por recibir noticas suyas, se despide sin más: Kut Umi El Moyra Fullcanelli de Acuña y Valcarcel.
La obra me es familiar, aunque la profusión de obras sobre Jesucristo hace extremadamente complicado seguir la pista de las interesantes, lo cual me recuerda que un día debo dedicar un post a este tema. Gracias por el enlace. Espero recibir más noticias suyas, debo decir que su nombre es toda una declaración de principios. Desde aquí le invito a compartir este privilegiado púlpito.