martes, febrero 19, 2008

Viaje a Zyga'Rhon Parte 11

Lo que sucedió a continuación es complicado de contar y pondrá a prueba tanto mi capacidad como narrador como los límites de vuestra imaginación. Sentí como caía por un abismo hasta chocar contra un suelo macizo de piedra negra como el azabache. Mis miembros salieron despedidos de mi cuerpo y empezaron a moverse alocadamente violando las leyes de la física que estudié en el colegio. Las llamé desesperado, movía espasmódicamente lo que me quedaba de cuerpo intentando ver donde estaba. Era una gran sala de piedra como la del suelo, el techo era elevado y había columnas blancas como la nieve a distancias regulares con bajorrelieves que parecían narrar una historia.

Tras un rato en el que estuve a punto de perder el control mis extremidades regresaron a sus sitios y pude levantarme con gran esfuerzo. Estaba caminando hacia una puerta enorme cuando oí el sonido de pasos. Sin perder un segundo me escondí tras una columna y observé como unos habitantes de Zyga'Rhon de las tres razas vestidos con túnicas de color pardo entraban en la estancia enzarzados en un debate acalorado. Para mí sorpresa noté que podía entender lo que decían. Palpé instintivamente mi cuello, unas protuberancias metálicas a modo de collar lo rodeaban. Dentro del sinsentido que parecía reina supuse que eran una especie de traductor.

Hablaban visiblemente nerviosos sobre una raza llegada de otra dimensión que les ofrecía el poder de acabar con las supersticiones que a su pesar aún estaba arraigadas en Zyga'Rhon, especialmente el culto a las Tormentas. Así que la invasión empezó en ese momento, con la tentación a la Academia. No pude oír más, todo incluido yo se descompuso en millares de cubos que se encendieron como luminarias hasta volverlo todo del mismo color cegador. Durante un breve instante pude atisbar a Jenna Starblade peleando con la criatura que me había herido, era un combate feroz en el que los dos contendientes ponían toda la carne en el asador.


La escena cambió por completo, ahora estaba en el centro de un cráter. Del cielo estrellado descendió una esfera y se detuvo delante de mis ojos. Una sinfonía de luces y colores brotó de su interior. Por primera vez desde el ataque de esa vil bestia me sentía en paz. Una palabra se formó en su superficie: GRACIAS y me desperté. Volvía a estar en la nave prisión, en una cámara de cristal cubierto de vendas. A mi alrededor pude ver a mis aliados curtidos por la reciente batalla.

-¿Hemos ganado? Pregunté con una voz quejosa y débil.

Continuará...

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