Salimos temprano de la cueva bajo la luz tenue del sol, desde que había llegado a ese remoto planeta supe que los Grises le habían hecho algo al sol. Mi instinto me decía que al revés de Prometeo esas traicioneras criaturas se habían llevado el fuego dejando un pobre reflejo. La marcha la encabezaban Jenna Starblade y Rob Larroca. Transcurrieron varias horas en silencio durante las que reflexionamos sobre la información que nos había transmitido la legendaria guerrera. El TriMonarca, el Clan de las Tormentas, los refugiados en la luna revoloteaban en mi mente. La Academia de Zyga'Rhon al igual que la nuestra en su obsesión por encajar todo en sus esquemas cuadriculados había llevado a toda una civilización a la perdición. Andaba perdido en mis pensamientos cuando sentí que parábamos.
Delante nuestra se erguía un monumento de metal de forma cónica. Jenna Starblade se adelantó con Rob y tras comprobar que no había enemigos en la zona comenzó a hablar.
"En este lugar se libró la última batalla contra los Grises, donde cayó el último escogido de las Tormentas, Zarkohn. Pasó un tiempo antes de que volviera a este lugar. Cuando lo hice descubrí que las Tormentas, a las que los guerreros asociaban con los creadores de las tres especies habían librado una última batalla aunque cabría hablar más bien de operación de castigo contra los traidores de la Academia. Su orgulloso palacio, centro de su poder, fue reducido a cenizas por la mayor cantidad de rayos jamás vistos en este u otro mundo. Los Grises también sufrieron cuantiosas bajas. Debían pagar por el daño hecho a sus servidores del Clan de las Tormentas. Finalmente erigieron monumentos como este por todo el planeta señalando los lugares donde los más grandes guerreros, aquellos con los que habían sido uno, habían abandonado este plano.
Tras terminar su tarea abandonaron Zyga'Rhon y desde entonces ninguna tormenta ha azotado su superficie. Dañado su centro de operaciones la Academia se plegó a los deseos de los Grises, que convirtió Zyga'Rhon en una gran explotación. El agua de los océanos fue almacenada en grandes naves que orbitan el planeta, en las cuales trabajan los nadadores sin esperanza alguna de volver a su antiguo hogar. El resto trabaja de sol a sol para cumplir con los deseos de sus amos. Esto ha hecho que hayan perdido el mismo deseo de vivir, a excepción de los miembros mejor colocados de la Academia que sobrevivieron a la destrucción de su palacio. Esos han medrado sobre la desgracia ajena.
Mirad el sol, esas manchas que parecen absorber su energía son colectores solares de los Grises, lo drenan y la llevan allí donde la necesiten. Nadie sabe con seguridad cuando agotarán sus recursos, cada día fuerzan al sol más y más, igual que a Zyga'Rhon y sus habitantes. Este es el cruel destino que le depara a la Tierra.
En ese momento sentí que una chispa prendía en mi interior. Al emprender mi viaje sólo deseaba conocer los planes de los Grises pero contemplando ese planeta sometido implacablemente no puede contener la rabia.
-¡Debemos liberar Zyga'Rhon!
- Es un propósito honorable, Patrick. Has pasado la primera prueba. Si queréis detener a los Grises no deberéis olvidar a sus víctimas anteriores. Como dije la clave no serán las armas sino comprender lo que pasó aquí. Aunque temo que al final será la Academia terrestre la que tenga el destino de nuestro mundo en sus manos. Descansemos, mañana nos espera otra prueba.
Delante nuestra se erguía un monumento de metal de forma cónica. Jenna Starblade se adelantó con Rob y tras comprobar que no había enemigos en la zona comenzó a hablar.
"En este lugar se libró la última batalla contra los Grises, donde cayó el último escogido de las Tormentas, Zarkohn. Pasó un tiempo antes de que volviera a este lugar. Cuando lo hice descubrí que las Tormentas, a las que los guerreros asociaban con los creadores de las tres especies habían librado una última batalla aunque cabría hablar más bien de operación de castigo contra los traidores de la Academia. Su orgulloso palacio, centro de su poder, fue reducido a cenizas por la mayor cantidad de rayos jamás vistos en este u otro mundo. Los Grises también sufrieron cuantiosas bajas. Debían pagar por el daño hecho a sus servidores del Clan de las Tormentas. Finalmente erigieron monumentos como este por todo el planeta señalando los lugares donde los más grandes guerreros, aquellos con los que habían sido uno, habían abandonado este plano.
Tras terminar su tarea abandonaron Zyga'Rhon y desde entonces ninguna tormenta ha azotado su superficie. Dañado su centro de operaciones la Academia se plegó a los deseos de los Grises, que convirtió Zyga'Rhon en una gran explotación. El agua de los océanos fue almacenada en grandes naves que orbitan el planeta, en las cuales trabajan los nadadores sin esperanza alguna de volver a su antiguo hogar. El resto trabaja de sol a sol para cumplir con los deseos de sus amos. Esto ha hecho que hayan perdido el mismo deseo de vivir, a excepción de los miembros mejor colocados de la Academia que sobrevivieron a la destrucción de su palacio. Esos han medrado sobre la desgracia ajena.
Mirad el sol, esas manchas que parecen absorber su energía son colectores solares de los Grises, lo drenan y la llevan allí donde la necesiten. Nadie sabe con seguridad cuando agotarán sus recursos, cada día fuerzan al sol más y más, igual que a Zyga'Rhon y sus habitantes. Este es el cruel destino que le depara a la Tierra.
En ese momento sentí que una chispa prendía en mi interior. Al emprender mi viaje sólo deseaba conocer los planes de los Grises pero contemplando ese planeta sometido implacablemente no puede contener la rabia.
-¡Debemos liberar Zyga'Rhon!
- Es un propósito honorable, Patrick. Has pasado la primera prueba. Si queréis detener a los Grises no deberéis olvidar a sus víctimas anteriores. Como dije la clave no serán las armas sino comprender lo que pasó aquí. Aunque temo que al final será la Academia terrestre la que tenga el destino de nuestro mundo en sus manos. Descansemos, mañana nos espera otra prueba.
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