La guerra se desató en la sagrada Agartha liberando ambos bandos todo su potencial destructivo. Los temibles telquines invocaron la lluvia y el granizo, una estrategia ganadora sino estuviéramos curtidos en mil batallas. Lionel se colaba con facilidad entre ellos immune a sus ataques y repartiendo dentelladas en los sitios más vulnerables emulando al dios Apolo. Yo me centré en mi antiguo aliado y siervo de los Grises, Zoyan Gragknorr , con el que mantuve un duelo. Un baile en el que cada uno debía esquivar los disparos del otro y a la vez devolver el fuego. Los dos revivimos nuestro entrenamiento en el templo de Delos de Saigon. El Marqués por su parte pronto demostró que su vara era mucho más de lo que parecía. Al moverla salían de ella finos hilos de energía plateada que formaban diferentes estructuras con las que no sólo tenía al Gris contra las cuerdas sino que también nos mantenía a salvo de invitados indeseados.
Fuego contra agua, un choque de seres legendarios que será recordado por siempre jamás. Gragknorr aprovechó la confusión del momento para desaparecer junto a su aliado Gris dejándonos rodeados por soldados de la Academia. Sus cerebros lavados por sus amos no les dejaban ver el grave riesgo al que se estaban exponiendo y nos apuntaban con sus armas exigiendo con voz mecánica nuestra rendición incondicional.
El Marqués, mostrando una vez más el increíble potencial de su arma, tejió un esfera de luz a nuestro alrededor y nos elevamos como una nave espacial, entre los tiros de los esbirros de la Academia. Con diestros movimientos guió a la esfera en la dirección en la que había huido el traidor. En el breve recorrido hablamos sobre lo que debíamos hacer y consensuamos un plan.
Graknorr nos esperaba en su cuarto, que había preparado como refugio y lugar de poder. El Gris apoyaba sus cuatro brazos en él como si se estuvieran fusionando. Tal y como habíamos planeado Lionel dio un paso al frente y retó en duelo a Graknorr por la dirección del Consejo Secreto de Agartha. La risa mezquina de nuestro enemigo se atragantó en su garganta cuando expuso su extenso curriculum. No le quedó más remedio que aceptar.
El Marqués le pasó la vara y el Gris se volvió uno con Graknorr, confirmando mi anterior impresión. La pelea dará pie a poemas épicos en los siglos venideros. Ahí, en la lujosa residencia del falso director del Consejo Secreto de Agartha se decidió su destino. Por un lado estaba un hombre león diseñado por extraterrestres, por otro lado una amalgama de hombre y alienígena movido por el ansia insaciable de poder.
Se movían tan rápido que costaba seguirlos, las técnicas de uno y otro se sucedían, cada una más magnífica y elegante que la ejecutada por el adversario. Las horas se sucedían mientras Agartha se caía sobre nuestras cabezas merced de las fuerzas desatadas. Poco a poco el desgaste fue haciendo mella en ambos contendientes. Finalmente en un gesto de furia indómita Lionel canalizó la fuerza de su creadores y derrotó al engendro.
Asumiendo su derrota y la consiguiente pérdida de Agartha la amalgama activó un mecanismo que creó un campo de fuerza que a una velocidad de vértigo iba a aislarla del resto del mundo. Sin tiempo para disfrutar la victoria fui enviado lejos de Agartha quedando mis compañeros detrás para ayudar al gran y bondadoso Lionel a reconstruir su nuevo reino, ya que al ser el vencedor del duelo era la nueva cabeza del Consejo Secreto.
Agartha, la joya robada por los Grises
La llegada de las misma criaturas de magma que ayudaron al Bibliotecario rompió el equilibrio de fuerzas. Los Telquines cesaron su pelea con Lionel y arremetieron contra los recién llegados. Su llegada a Agartha fue la señal del fin de una época. Su fuego prendió en los edificios mostrando si es que hacía falta la razón por la que nunca habían traspasado sus fronteras. No querían dañar un lugar tan sagrado, mas la corrupción de los Grises les obligó a romper su voto.
Fuego contra agua, un choque de seres legendarios que será recordado por siempre jamás. Gragknorr aprovechó la confusión del momento para desaparecer junto a su aliado Gris dejándonos rodeados por soldados de la Academia. Sus cerebros lavados por sus amos no les dejaban ver el grave riesgo al que se estaban exponiendo y nos apuntaban con sus armas exigiendo con voz mecánica nuestra rendición incondicional.
El Marqués, mostrando una vez más el increíble potencial de su arma, tejió un esfera de luz a nuestro alrededor y nos elevamos como una nave espacial, entre los tiros de los esbirros de la Academia. Con diestros movimientos guió a la esfera en la dirección en la que había huido el traidor. En el breve recorrido hablamos sobre lo que debíamos hacer y consensuamos un plan.
Graknorr nos esperaba en su cuarto, que había preparado como refugio y lugar de poder. El Gris apoyaba sus cuatro brazos en él como si se estuvieran fusionando. Tal y como habíamos planeado Lionel dio un paso al frente y retó en duelo a Graknorr por la dirección del Consejo Secreto de Agartha. La risa mezquina de nuestro enemigo se atragantó en su garganta cuando expuso su extenso curriculum. No le quedó más remedio que aceptar.
El Marqués le pasó la vara y el Gris se volvió uno con Graknorr, confirmando mi anterior impresión. La pelea dará pie a poemas épicos en los siglos venideros. Ahí, en la lujosa residencia del falso director del Consejo Secreto de Agartha se decidió su destino. Por un lado estaba un hombre león diseñado por extraterrestres, por otro lado una amalgama de hombre y alienígena movido por el ansia insaciable de poder.
Se movían tan rápido que costaba seguirlos, las técnicas de uno y otro se sucedían, cada una más magnífica y elegante que la ejecutada por el adversario. Las horas se sucedían mientras Agartha se caía sobre nuestras cabezas merced de las fuerzas desatadas. Poco a poco el desgaste fue haciendo mella en ambos contendientes. Finalmente en un gesto de furia indómita Lionel canalizó la fuerza de su creadores y derrotó al engendro.
Asumiendo su derrota y la consiguiente pérdida de Agartha la amalgama activó un mecanismo que creó un campo de fuerza que a una velocidad de vértigo iba a aislarla del resto del mundo. Sin tiempo para disfrutar la victoria fui enviado lejos de Agartha quedando mis compañeros detrás para ayudar al gran y bondadoso Lionel a reconstruir su nuevo reino, ya que al ser el vencedor del duelo era la nueva cabeza del Consejo Secreto.
Siento no poder pagarme un nombre, querido mr.cojones, pero la culpa la tienen los jodidos especuladores como usted, que los compran todos impidiendo que la gente sencilla pueda aspirar a algo más que el anonimato. ¿Mr. cojones?, perdón, quise decir empanador de Roxos, tiburón canalla, putilla berlusconiana, rusa salida, Marisa la Perestroika o... ¿hermanastra tuerta?
ResponderEliminarDígame pues: ¿qué es más censurable, firmar anónimamente y que todo el mundo sepa quien escribe, o esconder sus continuas falacias y salidas de tono bajo innumerable nombres y personalidades sembrando la confusión y desconfianza entre los lectores de esta bitácora? Pues eso, tuerta cabrona, aplíquese el cuento...
Fdo. Un anónimo descontento
PD: el comentario acerca de la última película de Indiana (co)jones está en versión simplificada para que un merluzo como usted no pierda el tiempo para llegar a las conclusiones. Y por cierto: eso no significa que no sea una "caca". Y un gran Oh Yeah para todos...
Me imputa usted identidades de las que, sabe mejor que nadie , no puedo responder. No se preocupe que no se las voy a desmentir una por una, me basta con echar mano de un adagio de nuestra infancia para dejarlo K.O.: "El que lo dice lo es, y tiene el culo al revés"
ResponderEliminarP.D. Uno se pregunta qué hace un enculagrullas de su jaez malgastando el tiempo por estos parajes perdidos de la mano de Dios, si aún no se ha dado cuenta que las dichosas calaveras de "caca" son las nuestras, colega, LAS NUESTRAS, purificadas tras largas décadas batallando contra las miserias del envoltorio carnal.
Como quiera que nos ha ofendido gratuitamente, deshonrándose sin remedio, le recomiendo que expíe tantas faltas practicándose un seppuku ritual con su longíneo pene de cacahué (saladito... hummm, qué rico!)
¡Por el Bigote Perdido de Martínez Pujalte que mañana me lo como!