Furioso y apenado a partes iguales por la muerte de mi aliada y amiga Jenna Starblade cogí el material indispensable y dejé la base en manos del eficaz equipo técnico. La instalación tiene unas defensas a prueba de ataques nucleares con lo que tendrán una oportunidad decente de sobrevivir a esta Crisis. Gustav Holst me esperaba junto a su máquina terminando los preparativos en un respetuoso silencio. En su mirada veía que comprendía el calvario por el que estaba pasando, mi único lazo con la Expedición Delos había sido cortado pero eso no era nada comparado con la sensación de haber perdido a una compañera, a lo que se sumaba el temor a perder más. La lista de caídos era cada vez más larga, pero unas bajas duelen más que otras.
Entramos en la máquina y nos despedimos del triste para catapultarnos a un lugar remoto de Rusia. Dejamos la máquina convenientemente camuflada a las afueras de un pequeño pueblo en el que se había detenido un circo de freaks, el Lord Kubler-Ross Mistery Creatures Show. Ahí estaba mi "antepasado", un asombroso ser, Lionel, el Hombre-león. Dotado de una inteligencia excepcional llegó a dar clase en la elitista Sorbona. Mas su aspecto, que delataba su naturaleza, lo puso en la diana de la Academia. Gustav Holst me contó como era el resultado de experimentos genéticos llevados a cabo por una raza extraterreste de carácter lúdico y despreocupado que se había instalado en la antigua Persia.
Sus creaciones, que poseían rasgos felinos, compartían su bonhomía y su pasión por la buena vida. Grandes filósofos salieron de sus laboratorios y no era raro verlos debatir animados, "padres" e "hijos, acompañados de los mejores caldos. Eso mismo ha sido la causa de que tanto la Academia como otras razas los hayan despreciado y cazado desde tiempos inmemoriales. Viendo que ya no eran bien recibidos en la Tierra con gran dolor y a pesar de los ruegos provenientes de Delos abandonaron nuestro planeta llevándose consigo a todos aquellos de sus hijos que optaron por compartir el exilio. Exilio, pues su planeta había sido devorado por una supernova.
En esta bola de barro quedaron unos pocos, que intentaron integrarse llegando a puestos relevantes como fue el caso de Lionel. Su caída en desgracia fue trágica y alimentada por un sentimiento tan vulgar y mezquino y a su vez tan humano como la envidia. La Academia creó una falsa historia de abusos y relaciones deshonestas con sus alumnos y se vio obligado a dejar su cátedra. Solo, abandonado y sin dinero tras pagar las abusivas costas del simulacro de juicio volvió a su Rusia natal donde consiguió a duras penas ganarse el sustentos en espectáculos como el Lord Kubler-Ross.
La fecha en la que estábamos era el día de su última aparición, a la que le rodeaba un gran misterio. Vestidos con ropa de la época entramos a ver el espectáculo. Mi corazón se partía viendo como criaturas asombrosas malvivían en jaulas sórdidas bajo la vigilancia de hombres desalmados. El dueño era un hombre pícaro con un olfato sobrenatural para el dinero, cosa que descubrimos al proponerle la compra de su hombre-león. Estábamos negociando cuando un ruido llamó nuestra atención. Al instante entraron por la profusamente decorada puerta de la feria de monstruos varias figuras encapuchadas lideradas por un hombre de pelo canoso, largas patillas y porte altivo.
Se paró ante nosotros y tras dar un largo trago a una petaca de vodka habló. Resultó ser un noble ruso aficionado a la caza y a la bebida. Miembro de la Academia, de lo cual presumía sin pudor alguno deseaba abatir a Lionel en sus terrenos, con su perros y sus amigotes. Ofendido por semejante desfachatez y viendo la oportunidad de descargar toda la frustración acumulada le propiné un puñetazo, que se tenía bien merecido. Al principio pareció no afectarle pero un par de segundos después se desplomó cuan largo era.
Sus sirvientes lo rodearon como una manada de hienas. El dueño del recinto, impresionado por mi buen hacer aceptó nuestra última oferta. Veloces, sacamos a un perplejo Lionel de su prisión y pusimos rumbo a la máquina. El noble, despertado por sus secuaces nos persiguió airado. Repasó con detalle nuestros distinguidos linajes estableciendo nexos entre el de Lionel y el mío. Si quisiera ofenderme de verdad debería haber dicho que él, un borracho asesino, compartía mis genes pero ¿un ser pacífico y leal como Lionel? Eso es un orgullo.
Ya más animados los tres, cada uno por diferentes motivos volvimos al presente que ya no parecía tan oscuro. La sorpresa fue que no estábamos en el lugar de partida, mi base rusa sino en plena Australia y delante nuestra podíamos ver una gigantesca estructura cuya base eran ¡puentes!
Continuará...
Entramos en la máquina y nos despedimos del triste para catapultarnos a un lugar remoto de Rusia. Dejamos la máquina convenientemente camuflada a las afueras de un pequeño pueblo en el que se había detenido un circo de freaks, el Lord Kubler-Ross Mistery Creatures Show. Ahí estaba mi "antepasado", un asombroso ser, Lionel, el Hombre-león. Dotado de una inteligencia excepcional llegó a dar clase en la elitista Sorbona. Mas su aspecto, que delataba su naturaleza, lo puso en la diana de la Academia. Gustav Holst me contó como era el resultado de experimentos genéticos llevados a cabo por una raza extraterreste de carácter lúdico y despreocupado que se había instalado en la antigua Persia.
Sus creaciones, que poseían rasgos felinos, compartían su bonhomía y su pasión por la buena vida. Grandes filósofos salieron de sus laboratorios y no era raro verlos debatir animados, "padres" e "hijos, acompañados de los mejores caldos. Eso mismo ha sido la causa de que tanto la Academia como otras razas los hayan despreciado y cazado desde tiempos inmemoriales. Viendo que ya no eran bien recibidos en la Tierra con gran dolor y a pesar de los ruegos provenientes de Delos abandonaron nuestro planeta llevándose consigo a todos aquellos de sus hijos que optaron por compartir el exilio. Exilio, pues su planeta había sido devorado por una supernova.
En esta bola de barro quedaron unos pocos, que intentaron integrarse llegando a puestos relevantes como fue el caso de Lionel. Su caída en desgracia fue trágica y alimentada por un sentimiento tan vulgar y mezquino y a su vez tan humano como la envidia. La Academia creó una falsa historia de abusos y relaciones deshonestas con sus alumnos y se vio obligado a dejar su cátedra. Solo, abandonado y sin dinero tras pagar las abusivas costas del simulacro de juicio volvió a su Rusia natal donde consiguió a duras penas ganarse el sustentos en espectáculos como el Lord Kubler-Ross.
Una muestra de Freak Show
La fecha en la que estábamos era el día de su última aparición, a la que le rodeaba un gran misterio. Vestidos con ropa de la época entramos a ver el espectáculo. Mi corazón se partía viendo como criaturas asombrosas malvivían en jaulas sórdidas bajo la vigilancia de hombres desalmados. El dueño era un hombre pícaro con un olfato sobrenatural para el dinero, cosa que descubrimos al proponerle la compra de su hombre-león. Estábamos negociando cuando un ruido llamó nuestra atención. Al instante entraron por la profusamente decorada puerta de la feria de monstruos varias figuras encapuchadas lideradas por un hombre de pelo canoso, largas patillas y porte altivo.
Se paró ante nosotros y tras dar un largo trago a una petaca de vodka habló. Resultó ser un noble ruso aficionado a la caza y a la bebida. Miembro de la Academia, de lo cual presumía sin pudor alguno deseaba abatir a Lionel en sus terrenos, con su perros y sus amigotes. Ofendido por semejante desfachatez y viendo la oportunidad de descargar toda la frustración acumulada le propiné un puñetazo, que se tenía bien merecido. Al principio pareció no afectarle pero un par de segundos después se desplomó cuan largo era.
Sus sirvientes lo rodearon como una manada de hienas. El dueño del recinto, impresionado por mi buen hacer aceptó nuestra última oferta. Veloces, sacamos a un perplejo Lionel de su prisión y pusimos rumbo a la máquina. El noble, despertado por sus secuaces nos persiguió airado. Repasó con detalle nuestros distinguidos linajes estableciendo nexos entre el de Lionel y el mío. Si quisiera ofenderme de verdad debería haber dicho que él, un borracho asesino, compartía mis genes pero ¿un ser pacífico y leal como Lionel? Eso es un orgullo.
Ya más animados los tres, cada uno por diferentes motivos volvimos al presente que ya no parecía tan oscuro. La sorpresa fue que no estábamos en el lugar de partida, mi base rusa sino en plena Australia y delante nuestra podíamos ver una gigantesca estructura cuya base eran ¡puentes!
Continuará...
"Un guerrero debe tener una total comprensión de lo justo e injusto. Si sabe cómo practicar lo uno y evitar lo otro, habrá alcanzado el Bushido"
ResponderEliminar(...)
"El samuray, tanto el grande como el pequeño, de alto o de bajo rango, ha de tener presente antes que cualquier otra cosa cómo afrontar su final inevitable"
(...)
"Pues cuando un magnífico Samuray entra en batalla y realiza valientes y espléndidas proezas adquiriendo una gran fama, lo logra sólo porque se había decidido a morir. Y si por desgracia lleva la peor parte y él y su cabeza tienen que separarse, cuando su adversario le pregunte su nombre, debe decirlo inmediatamente en voz alta y clara y erguir la cabeza con una sonrisa en los labios y sin el menor signo de miedo":
JENNA STARBLADE
Y un Gran Oh Yeah! para todos...
Dr. T-Love
¡Cuidado Patrick! ¡Acabas de golpear al Malvado Zaroff, conocido en los círculos de la Academia como el Cazador, y sin duda ahora recorrerá espacio y tiempo para conseguir tu cabeza!
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