La misión de Hazlo Como Puedas en los inhóspitos parajes de la Antártida ha sacado a la luz más que la armada alienígena que esperábamos sumar a nuestras desgastadas filas. Profecías nada alagueñas para nuestro querido planeta azul, pero vayamos por orden. Mientras mis aliados viajaban prestos evitando los controles del invasor gris y sus lacayos terrícolas discutía degustando un delicioso té verde con las imprescindibles pastas traídas de una tienda selecta de Londres con mi buen amigo y fiel consejero el Bibliotecario sobre el infame Doctor Abismo. Su condición de bala aparentemente dirigida contra la Academia chocaba con el hecho de que había sido Sir Edward Holst el que había apretado el gatillo. Siendo un ser que no da puntada sin hilo convenimos los dos de que había una segunda intención, o bien quería alimentar la Crisis Mundial echando más leña o bien buscaba desacreditarnos soltando un agente caótico, que como un tornado sembraría destrucción a su paso.
Habíamos decidido no cruzar nuestro caminos por el momento con el Doctor del caos cuando recibimos una inesperada visita. Varios compañeros de la eminente organización Investigadores de lo Oculto y Defensores del Conocimiento Alternativo de la que me enorgullezco de ser socio fundador bajaron de un helicóptero del ejército ruso con una noticia alarmante. La calavera del niño de las estrellas había sido robada y sustituida por una copia. Hacía tiempo que no pensaba en esa reliquia, la calavera de un híbirido Gris/humano. Es curioso todo lo que había descubierto sobre su parte extraterrestre raza desde que la tuve en mis manos.
Estaba absorto pensando en la implicaciones del robo cuando llegó una llamada de videoconferencia desde una base de las Naciones Unidas en la Antártida. Rob Larroca nos puso al día sobre su misión. Los Grises estaban excavando como locos en una gran explanada habiendo desenterrado media docena de naves plateadas con forma aerodinámica, cuando avistaron a los nuestros abrieron fuego a discreción. El tiroteo activó a las naves que llevaban por lo menos un par de milenios hibernando y al reconocer a sus viejos enemigos atacaron.
La batalla era igualada hasta que del campamento gris salió una monstruosidad mitad robótica mitad orgánica de diez metros de estatura con una pantalla de plasma en la cabeza en la que se podían ver dos calaveras, una de ellas era la del niño de las estrellas; la otra trajo a mi memoria una vieja profecía: era la calavera del temible Tamerlán.
La profecía podéis leerla en este enlace. Lo importante es que si uno desentierra a Tamerlán despierta al dios de la guerra, provocando que en el breve plazo de tres días la sangre se vierta, que es lo que ocurrió en el 1941 y se ha repetido ahora. Mas no era la única pues la criatura habló sobre otras profecías que presagiaban su creación y mostró ante los incrédulos ojos de nuestro aliados una tercera calavera, esta de un Gris puro. Así unía la variabilidad genética de ambas especies, un crisol diseñado concienzudamente y sin escrúpulos para sembrar el caos y la destrucción.
Su intervención desniveló la contienda, su armamento era devastador. Los recién despertados alienígenas, que se identificaron como los Brakahla, recogieron a los nuestros al ver que era imposible derrotar al enemigo y los llevaron a la base de la ONU desde la que vendrán cuando sea más seguro. Me temo que el resto de las naves, que permanecían sepultadas, ya habrán sido confiscadas por el enemigo y estarán siendo reprogramadas con el Proyecto Amistad de infausto recuerdo.
No me entusiasma precisamente la idea de tener en frente otro poder de ese calibre, con la tormenta ya tenía más que suficiente. Un dios de la guerra sería la clásica gota que colma el vaso para una persona con una voluntad menos firme que la mía, yo en cambio lo veo como un reto más a superar.
Me gustaría terminar dejándoos un buen sabor de boca así que contaré alguna noticia buena, que las hay dentro de esta Crisis Mundial. Los focos de resistencia se mantienen activos tanto los la Resistencia como los de la Verdadera Academia, destacando el buen hacer de la Baronesa, que ya ha humillado a varios oficiales Grises con más ego que cerebro. También me gustaría destacar la infatigable labor de mi aliada Masuimi Max, que con su gira de espectáculos en los que realiza números con fuego ciertamente impresionantes mantiene está teniendo un papel clave a la hora de impedir que los Estados Unidos caigan en las manos de los Grises.
¡Que Isis nos guíe y proteja!
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