Nos encontramos ante la mayor crisis económica desde la Gran Depresión y todo lo que veo es a los gobiernos corriendo a rescatar a los que nos han metido en este lío. ¿Y qué hacen esos especuladores del dinero ajeno? Lejos de pagar por sus consejos errados y por su incompetente gestión se van con bonos sustanciosos y celebran banquetes. Estas semanas muchos colegas me han preguntado si era liberal o keynesiano, si mi propuesta daría prioridad al mercado libre o a la intervención del estado. Creo que esta dicotomía desvía del verdadero problema, la responsabilidad. No me interesa tanto el marco regulatorio como que cada agente del mercado tenga que dar cuentas por sus acciones. No tiene sentido que un consejero gane aunque arruine a sus clientes. Este perverso sistema ha favorecido la mentira, el inflar burbujas a base de crear productos opacos de valor incuantificable. Mi propuesta es que en parte los sueldos y especialmente las pagas extras/bonos/stock options sean calculadas en función a los resultados obtenidos por sus inversiones recomendadas. Eso debería introducir algo de sentido común en el mercado.
No nos vais a engañar otra vez, especuladores del dinero ajeno.
En cuanto al sistema financiero como tal apuesto por un conjunto de reglas claro cuyo estricto cumplimiento deberían supervisar los estados y las organizaciones internacionales. La intervención pública debería limitarse a eso, mientras se atengan a las normas las empresas privadas podrán hacer de su capa un sayo, y si su estupidez o avaricia las lleva a la quiebra, allá ellas, tampoco vamos a compartir sus suculentos beneficios de haberlos. Dentro de la ley que cada palo aguante de su vela, si se salen de ella que caiga todo el peso de la justicia. Esa es mi opinión. Me gustaría oír la de otras personas más versadas en el campo de la economía, que no se encuentra entre mis puntos fuertes.
Atentamente, Sir Edward Holst
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