Escribo estas líneas para retener la poca cordura que conservo, desde el combate todo parece un sueño o más bien una pesadilla. Ojalá estuviera secuestrado con mi hermano, así no tendría que preocuparme constantemente por seguir vivo. Si me estuviera inventado esta historia no tendría tantos problemas para distinguir qué es real y qué es producto de mi imaginación.Si ayer estaba solo hoy no tengo tanta suerte, grupos de criaturas se arrastran sin una dirección clara. Algunas son claramente cobayas del Doctor Abismo, debo reconocer que tiene una imaginación y un dominio de la cirugía ciertamente notables. Son quimeras, hechas con partes humanas, animales y mecánicas. Sin su creador parecen desorientadas, me pregunto que habrá sido de Industrial Queen.
El resto de la criaturas en cambio no parecen de este planeta y me atrevería a decir que tampoco de este dimensión. Son grandes, muy grandes, tanto que tienen problemas para moverse por los pasillos. Hay algo en ellas que me da mala espina, se mueven como si ya estuviera familiarizados con la Tierra y nuestra tecnología pero al mismo tiempo una voz grita en mi cabeza que han venido por la grieta. He conseguido evitarlos hasta ahora escondiéndome en cualquier cubículo que tuviera a mano. No creo que la suerte me dure mucho así que por si acaso cierro la entrega de hoy con cierta canción, que no sé porque molestó a un comentarista. Bueno, sigo con mi deambular por la prisión de Elba.
Un saludo, Gustav Holst
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