Lugares imaginarios

Si hay algo que abunda en las entradas del mezquino rufián y vendedor profesional de humo Patrick Von Steiner es la imaginación, ya que su documentación es escasa y lamentable tiene que compensarlo de alguna manera recurriendo a la fantasía. Así nos lleva a lugares exóticos tanto en este planeta como en otras dimensiones. Del reino subterráneo de Agartha al lejano planeta Zyga'Rhon, no hay sitio al que no pueda llegar el farsante suizo. Normal pues todo está en su mente. Sólo los chalados ignorantes que aún se aferran a la absurda teoría de la Tierra hueca pueden creerse que Agartha sea real y que más aún, esté gobernada por un híbrido de hombre y león apropiadamente llamado Lionel. También hace falta arrestos para dar incluso el beneficio de la duda a los viajes entre dimensiones de la mafia de Planeta Inquietante, en los que conocen planetas tan delirantes como ¿Mundo Juego? ( ni me molesto en comprobar el nombre), en el que me habría enfrentado a un compañero ante una caterva de paletos de otro universo. No menos delirante es Zyga'Rhon al que dedicó su buena docena de posts y sirvió de presentación a la desequilibrada que le acompaña.

Este somero repaso es debido a que confirmando mis sospechas sobre el bajísimos nivel intelectual de la plebe hay incautos que seguían las andanzas de este criminal con el firme convencimiento de que era un diario genuino y no una serie de cuentos destinados a mantener su tinglado a flote. A consecuencia de la caída de esta gran mentira todos esos seres mediocres se ven de pronto perdidos, cegados por la realidad y algunos reaccionan de forma violenta, como el sexto comentarios del post sobre la relaciones de pareja, acudiendo a las amenazas. Tengo muchas más razones para sospechar de mis congéneres humanos que de los habitantes de Zeta Reticuli, ellos han demostrado en el tiempo que he tratado con ellos una mayor sensatez que la media y un sincero deseo de mejorar. El mundo ha cambiado, señores, y pronto lo hará la humanidad. La rueda de la historia gira, lo querramos o no.

Atentamente, Sir Edward Holst