Hoy me apetece proponer una actividad a los lectores de esta bitácora con dos imágenes singulares. Quiero comprobar el grado de influencia que mantienen las delirantes y anticientíficas teorías del trilero consumado de Patrick Von Steiner. Con ese fin voy a mostraros dos fotos y pediros vuestra interpretación. Decid lo que os sugieren, con total sinceridad. Lo que se evalúa aquí es el enterno conflicto entre la Razón, que defiende incansablemente la Academia y la Superstición, bajo la cual se esconden los vendedores de humo.
La primera corresponde a Olso, Noruega mientras que la segunda ha sido tomada en Japón. La página web donde las encontré es la cueva del mayor fullero de todos y maestro de Steiner, Erich Von Dániken, así que no dudéis de que tiene interpretación absurda con alienígenas involucrados. Espero que la mayoría de vosotros opte por el método científico pero no quiero coaccionaros. La culpa de la expansión de esos disparates no es únicamente vuestra sino de la pasividad de la gente de bien que cree en vano que las mentiras se caen por su propio peso.
Podéis ofrecer vuestra opinión en los comentarios o mandarla al correo electrónico.
Saludos, Sir Edward Holst
la 1ª un agujero
ResponderEliminarla 2ª piedras formando un círculo
es lo más rigurosamente científico que puedo llegar a ser... eso sí, más claro no puede resultar mi análisis :P
¡Qué sosería! E ignorancia.
ResponderEliminarVamos, que está clarísimo.
La primera foto retrata uno de los cagaderos de diseño más antiguos del mundo, de autor desconocido, si bien se sospecha le habría vendido la patente justo antes de morir en la más absoluta miseria a un estafador llamado Kamprad.
Y la segunda, vamos, que está más que claro. Por supuesto, esta es una de las plazas de toros más pequeñas y rústicas que existen, fruto de los asentamientos portugueses.
No tenéis ni puta idea.
ResponderEliminarEl primero sí es un cagadero, pero de murciélagos. Su caca altamente ácida y de elevada viscosidad y tensión superficial ha agujereado la roca, que, todo sea dicho, está retocada con Photoshop. A mi no me la pegas, Daniken!
La segunda es, si cabe, más fácil todavía: En un primitivo círculo de sumo. Las rocas japonesas, de alto contenido en ferrita, se alinearon en torno a una microfalla tectónica. Algún palurdo local les dio un poco de forma y voilé!: un tatami para que se zurren los dioses.