Llevo unos días particularmente ajetreado, lo cual ha impedido que actualizara el blog al ritmo de costumbre. Por un lado he tenido un seminario de evaluación del avance del Nuevo Mundo, muy instructivo en el que se expusieron las métricas que se emplearán para determinar el grado de éxito alcanzado en los múltiples proyectos que tenemos en marcha junto a los habitantes de Zeta reticuli. Pero eso no ha sido lo que ha ocupado la mayor parte del tiempo ni me ha dejado agotado, aunque en esto último ha jugado un papel clave este súbito adelanto del verano. Fue una cacería humana. Llamativo, ¿no?
Este domingo un compañero de la Academia de Austria me puso sobre la pisya de una red de curanderos que estafaban a los turistas en la Alameda y le suministran material a un librería cercana, a la que tengo en mis lista de objetivos desde que abrió. Menuda cueva de supercherías y falsedades, entrar en ese antro equivale a sumergirse en la más absoluta locura, verse rodeado de pseudliteratura, cuencos tibetanos y conversaciones sobre espíritys y demás chorradas para crédulos.
Junto a los primeros reclutas de mi équipo rastreamos a esos indeseable por toda la alameda y el Campus Sur, sospechando que emplearían algún edificio de la Universidad como refugio y almacen. Fue una labor tediosa y poco agradecida la mayor parte del tiempo, afortunadamente y tras sudar la gota gorda pillamos a esos bellacos con las manos en la masa y pudimos poner un final abrupto y definitivo a su carrera criminal.
Saludos, Sir Edward Holst
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