Tras subir planta a planta esta fortaleza como si fueran fases de un videojuego llegamos a la última para encontrarnos conque estaba aparentemente vacía. Sin dejarnos llevar por las apariencias rastreamos cada habitación minuciosamente y dimos con un cuarto secreto en el que estaban nuestros compañeros. Los jerifaltes de la instalación y los indígenas han desaparecido. Ahora toca decidir qué hacemos con el monstruo del sótano. Podemos derribar el edificio encima suya o bajar y matarlo. Esas son básicamente las dos opciones que tenemos. También está el molesto cabo suelto de nuestros enemigos "volatilizados".
Un saludo pop de Carman Corrigan
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