Todos los días somos testigos de muestras flagrantes de uno de los mayores males que afectan a la humanidad y causa de nuestro preocupamente estancamiento social y psicológico. Mientras los avances científicos hacen posibles ideas antaño consideradas irrealizables como las células sintéticas o el control de miembros cibernéticos con la mente la sociedad queda atrás, anclada en la superstición y la indolencia. A los panteones de divinidades se ha sumado la pseudociencia, que bajo su fachada oculta el mismo deplorable mecanismo de dogmas y autosugestión. Un ejemplo notorio son los remedios de propiedades "mágicas" como las muñequeras Power Balance, de las que hablaré más adelante. También están los correos electrónicos que emplean la vergonzosa ignorancia del vulgo en asuntos informáticos para colarles todo tipo de bulos, sabiendo que la mayor parte no se molestará en comprobar su veracidad y lo reenviará a todos sus contactos extendiendo la mentira como un cáncer.
Nuestro actual sistema, en el que vale tanto la opinión de un ágrafo paleto que la de un estudioso sensato, en la que indignos politoxicómanos ególatras se hacen pasar por intelectuales es el perfecto caldo de cultivo para estos engaños. En mi organización hemos señalado la estupidez como uno de nuestros principales enemigos. Nuestro mentor y guía, Sir Edward Holst, nos marcó el camino con la brillante Utopía del Nuevo Mundo, y es nuestro sagrado deber luchar para que sea una realidad tangible. Con La imprescindible Prueba de Validación Universal podemos clasificar a las personas según su potencial y darle el puesto que merecen. Es una de las formas más eficaces para doblegar a la estulticia, pero no la única.
¡Sir Edward Holst volverá!, Ellen Blackmoon
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