Pasado el tiempo de jugar exitosamente al despiste con nuestros enemigos ha llegado el momento de empezar a explicar qué está pasando. Los lectores más observadores reconocerán este monumento al óxido, pues aparecía en la foto que acompañaba la primera entrega. En esta ocasión es el único protagonista de la imagen y por ello poseedor de su mensaje oculto. La tentación de despacharlo como una chatarra vieja, cuyo destino debiera ser un desguace es una trampa a la que los estudiosos curtidos como este humilde servidor ya somos inmunes. Si os fijáis en la foto del otro día os será más fácil comprender porqué este vehículo debe ser especial. Mañana una experta de primer nivel lo explicará, hasta entonces usad vuestras células grises.
¡Por Isis!
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