Superados por el implacable avance de las fuerzas conjuntas de la Resistencia y los Hijos del Nuevo Mundo los perturbados responsables de la diabólica Operación Kraken han dirigido sus miradas implorantes al cielo. Sus ruego han sido respondidos con el tronar de medio centenar de naves grises descendiendo sobre la Tierra. Como buenos anfitriones acudimos al encuentro de la que nos quedaba más cercana. Como mi palo ya había cumplido con creces lo dejé y acudí con mi herramienta más fiel, y sin la que no soy yo mismo, mi pipa. Ellen Blackmoon, una mujer pragmática y una declarada maniática del orden, optó por llevar dos pistolas y no dejaba de buscar con la mirada posibles amenazas. Una actividad agotadora incluso para un simple espectador, como era mi caso. Para no perderme por los deliciosos meandros de la prosa cuidada que me surge de forma natural diré que dimos con esos malandrines sin darles tiempo a desempaquetar la ropa y pusimos un certero fin a su estancia en la Tierra, sellando una victoria con una hermosa hoguera digna de las fiestas de San Juan, a la que fueron a parar todo aquello que careciera de interés o pudiera ser peligroso.
¡Por Isis!
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