Nos hallábamos en el fragor de la batalla cuando, de repente, sonaron unas estridentes alarmas y nuestros enemigos se desvanecieron, dejando tan sólo a sus compañeros caídos. Ignoro el motivo de esta decisión, aunque no me sorprendería que estuviera relacionada con la victoria de Steiner sobre el señorzuelo de la guerra, y proveedor de cobayas del proyecto Ars Magna. En cualquier caso es una buena noticia, pues al fin podemos regresar a nuestras bases y poner orden en los cimientos del Nuevo Mundo. La Utopía de Sir Edward Holst es más necesaria que nunca en esta situación crítica que vivimos, en la que los gobiernos actúan como títeres descerebrados de los caprichosos mercados.
¡Por el Nuevo Mundo!,Ellen Blackmoon
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