Mientras la brillante tecnomaga Gwen Marsters se ocupa del sistema de seguridad de las instalaciones de la Academia, a nosotros nos toca vérnoslas con los vigilantes, una manada de mandriles modificados genéticamente y entrenados personalmente por Sir Heaviside. Sus vidas han estado regidas por el dolor, sometidos constantemente a descargas electromagnéticas, hasta doblegar su voluntad a los perversos deseos de su amo y señor. Eso los hace especialmente vulnerables al alcohol, que les ofrece un refugio, un lugar en el que olvidar su infernal existencia. Por eso esta botella es el cebo perfecto.
Una vez preparada nuestra ingeniosa trampa, tan sólo queda esperar a que uno de los vigilantes caiga en la tentación. Con uno de ellos en nuestras manos, podríamos saber cómo entran y salen del complejo de laboratorios. ¿Un chip implantado quizás?, una tarjeta de identificación no parece muy apropiada para unos mandriles que le podrían dar usos de los peregrinos o perderla. Pronto tendremos la respuesta. Empieza la Operación Botella de Anís.
¡Por Isis!
Patrick.... ¡esa botella se ve muy vacía!
ResponderEliminarTruhán, malandrín! ¿Vas cocido a salvar el mundo?...
;-P
Una vez más los bellacos del mundo aprovechan el anonimato para difundir injurias, ni siquiera se toman el mínimo esfuerzo de inventar un nombre falso. Este siervo de la Academia coge una foto de claro tono humorístico y la convierte en una torpe acusación de alcoholismo. Aún no habíamos llenado la botella del mágico elixir que haría caer a los mandriles, de ahí se aspecto. Pronto tendréis noticias del resultado de esta ingeniosa operación. Y no será el que esperas, malintencionado señor anónimo.
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