Obra de Jason de Caires Taylor.
Mientras nos las vemos con un grupo heterogéneo de rufianes, piratas y bandoleros a cañonazo limpio, nuestros valerosos buceadores han confirmado lo que intuíamos en el post anterior, las estatuas se mueven. No es una impresión engañosa producida por nuestra imaginación ni las corrientes marinas, se trata de un movimiento autónomo y dirigido, esas estatuas están vivas. Ignoro cuál es su propósito si poseen alguno. ¿Protegen algún tesoro?, ¿son la causa de que no haya habido más investigaciones en esta zona desde que se encontró la fabulosa Antykythera? Son preguntas que necesitan respuesta, y los esbirros a sueldo de la Academia están haciendo todo lo posible para impedirnos investigar en condiciones. Ni siquiera el barco de la Gran Duquesa se libra de los salvajes intentos de abordaje. Esos canallas no respetan nada, incluso sospecho que conozcan realmente para quién trabajan. Son como tiburones al acecho de la sangre, en su caso el botín que pueden hacer con nuestros navíos. Mas no cejaremos, y mucho menos ante estos vulgares delincuentes. He derrotado a ejércitos de imperios alienígenas, no caeré ante unos bellacos.
¡Por Isis!
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