Hay que ponerse al día en esta bitácora del pensamiento heterodoxo y no sobra el tiempo precisamente, dado nuestro actual enfrentamiento con las tropas de la sanguinaria Karen Bloodscream. Empiezo con el descubrimiento hace unos años de una pirámide truncada bajo tierra en Crimea que comentó recientemente nuestra experta tecnomaga Gwen Marsters. Datada por el afamado científico que dio con ella en la época de los dinosaurios, no me cabe duda sobre su propósito. Se trata de una plataforma diseñada para acoplar naves espaciales. Sus diseñadores eran astronautas antiguos y la momia coronada de su interior seguramente sea una muestra de una humanidad anterior a la actual. Como dice el dicho, la historia no se repite pero tienda a rimar. La importancia de este enclave arroja una nueva luz sobre el conflicto actual por la posesión de Crimea, un factor que ha sido ignorado de forma sistemática por los medios de confusión de masas, meros vomitorios de publicidad más o menos encubierta. El que se haga con la pirámide tendrá acceso a conocimientos arcanos, del tipo que intenta ocultar a toda costa la corrupta Academia. Razón de más para sacarlos a la luz.
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