El silencio con el que han sido acogidas las preguntas que propuse en la anterior entrega es a partes iguales preocupante y decepcionante. ¿Dónde están las mentes curiosas?, ¿han partido todas de vacaciones, desconectando su imaginación y su voluntad por desvelar la Verdad? ¿O han sido silenciadas por esa vieja harpía decadente que es la Academia? Resulta difícil de comprender que no suscite el interés de los lectores el redescubrimiento de un singular disco de 61cm de diámetro, hecho de esquisto y tallado con un cuidado difícilmente replicable con la tecnología actual.
A primera vista su forma recuerda a una rueda, pero es muy anterior al registro del uso de la rueda en Egipto. No es que suponga un impedimento, pues todos sabemos que la Historia oficial está plagada de omisiones y mentiras. ¿Qué otra cosa puede ser? Aquí debemos quitarnos de enmedio sin perder más de un segundo de nuestro preciado tiempo en la hipótesis socorrida de los académicos para cualquier objeto que no encaje en sus cuadriculadas mentes, objeto ornamental con funciones religiosas. La complejidad de su diseño me lleva a pensar que su función iba más allá de ser una simple decoración. Para ese viaje no hacen falta estas alforjas. Para ayudarnos a dar con una hipótesis más sensata, contamos con la opinión del prestigioso egiptólogo Cyril Aldred, según la cual este objeto sería una copia de un modelo más antiguo hecho de metal.
Si bien no arroja información sobre su función, sí nos indica el camino para averiguar su origen. Un diseño tan avanzado junto a la idea de un modelo que habrían tomado de referencia me lleva a pensar en nuestros creadores, los astronautas antiguos, los dioses científicos, la Expedición Delos. Tiene sentido que bien el sabio Hermes Trismegisto o la bondadosa Isis, hubieran entregado un disco de metal, que soportaría indemne el paso del tiempo, para que pudieran copiarlo los egipcios tantas veces como fuera necesario.
Quedaría por tanto la cuestión de su función, en cuanto termine esta batalla por la liberación de las naciones ocupadas por la sanguinaria Karen Bloodscream, uno de mis primeros viajes será al Museo del Cairo, donde se haya este intrigante disco de esquisto, el disco Schist.
¡Por Isis!
Fuente: Message to Eagle
