Mientras ese hatajo de rufianes y fanáticos vagan sin rumbo, produciendo altercados y malgastando su menguante tiempo en confusos tebeos, YO, Karen Bloodscream muestro el alcance de mi poder y tiño vuestro único satélite natural del color que más aprecio, el rojo sangre. La NASA se ha hecho eco de mi logro, como hacen los cobardes, apropiándoselo y cubriéndolo de mentiras. ¡Ja!, como si ese fenómeno pudiera ser explicado por su tenue comprensión de las leyes naturales y su risiblemente obsoleta tecnología. Tengo máquinas que preparan infusiones más avanzadas que su Estación Espacial.
Por cierto, no os penséis que he detenido mi campaña de conquista, ni que me limitaré a ocupar naciones contiguas a las que ya poseo. Muy pronto tendréis noticias mías. Quizás tengáis que arrodillaros ante mí y servirme vuestra sangre en cuencos de oro y plata. Os aseguro que sería el momento más significativo de vuestras mediocres vidas. También podéis huir como ratas de un barco que se hunde, aunque buena suerte encontrando la manera. No es que tengáis acceso a muchos vehículos espaciales y la localización de los portales interdimensionales es un secreto bien guardado, al contrario que vuestras escuálidas cuentas corrientes.
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