Tras una semana del más completo silencio por parte de esa frágil e inexplicable alianza formada por la Resistencia y los Hijos del Nuevo Mundo, me he animado a escribir en esta delirante bitácora para dejar constancia de su patente inutilidad. Si con su infiltración pretendían iniciar una rebelión en Bélgica, han fracasado miserablemente. Más allá de ofrecerme un entretenimiento, no se puede decir que hayan conseguido gran cosa y estos días de silencio sepulcral son la mejor prueba. Si tuvieran aunque fuera una pequeña victoria en su haber, estarían aquí pregonándola a los cuatro vientos. La cruda realidad es que no solo sigo al mando de las naciones que he ocupado sino que pronto caerá otra.
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