Durante su heterodoxa y caótica carrera de investigador de lo desconocido, el suizo Patrick Von Steiner ha ido haciendo un numeroso grupo de aliados, entre los que sorprendentemente me encuentro yo, cuando no hace tanto éramos enemigos. Así que no era precisamente arriesgado aventurar que su grupo se liberaría de la prisión del muro de "sangre" que rodea Suiza. La única duda razonable era la identidad del libertador, puesto que Patrick y compañía estaban como insectos en ámbar, aunque vivos. Que al final fuera una de las compañeras tecnomagas de Gwen Marsters, una de las personas más sensatas que tiene el suizo entre sus filas, fue algo bastante razonable. Ahora avanzarán por las tierras de su líder para enfrentarse a la Alta Sacerdotisa de los Siete Dolores, un combate que seguiré desde la lejanía, pues quiero dar un empujón a la Utopía de mi Maestro. Hay que recuperar el tiempo perdido por culpa de los ataques de los Grises y la Academia, una organización antaño grande y hoy controlada por cobardes miserables, los mismos que traicionaron al Gran Sir Edward Holst
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