La reciente experiencia de Will Wheaton (Star Trek La Nueva Generación) con el Huffington Post me ha animado a dedicarle una entrada a lo que considero un mezquino modelo de negocio. Estamos ante el siguiente y vergonzoso paso en la precarización laboral. Una empresa de comunicación adquirida por más de 300 millones de dólares por el gigante AOL no sólo no paga a los colaboradores sino que encima se excusa diciendo que no se lo pueden permitir ahora, como si eso fuera a cambiar en algún momento. En vez del dinero contante y sonante con el que se pagan las facturas, el Huffington Post, un portal de noticias que alberga blogs de opinión y que se define como progresista, ofrece a sus colaboradores como retribución la exposición de su labor a sus visitantes. ¿Qué clase de estafa es esta? No hablamos de un humilde fanzine que a duras penas cubre los costes de imprenta y distribución, sino de un emporio dirigido por un millonario, en este caso millonaria. La clave del éxito de un portal web es justamente el contenido que pretende obtener gratis. Las visitas acuden a leer ese contenido, si para ese constante flujo lo buscarán en otra parte. Además esto tiene un efecto clasista, ¿quién se puede permitir trabajar por amor al arte si no son los pudientes? Porque escribir es un trabajo, aunque como otras muchas labores se pueda hacer por hobby. Uno puede plantar y cuidar su jardín por pasar el rato, eso no implica que esperemos que los jardineros no cobren, con la esperanza de que las fotos que subamos de su trabajo a Instagram les traigan...¿fama?, ¿más clientes gorrones? La verdad es que esa parte no la tengo clara. ¿Por qué habría ninguna empresa de ofrecerte dinero si has labrado tu carrera a base de ofrecer tu labor gratis? Muy distinto es si es para una causa afín y/o sin ánimo de lucro. Y antes de que salgan esos falsos periodistas a acusarme de hipocresía, todas las colaboraciones con los Hijos del Nuevo Mundo son pagadas en dinero o algo de valor equivalente.
UNa lección magistral de Harlan Ellison.
Este infame modelo no deja de ser la enésima vuelta de tuerca del capitalismo para seguir recortando costes sin importarle destruir en el proceso empleos que servían para redistribuir la riqueza y permitir la movilidad social. Si los medios de comunicación mantienen esta indigna dirección, veo un futuro en el que serán escritos por ricos ociosos y su contenido será un batiburrillo de memes, comentarios insustanciales e interminables digresiones cuyo único fin es sentirse moralmente superiores al resto sin tener que dejar su cómoda torre de marfil. Evidentemente, no hay cabida para la información auténtica y valiosa en este modelo que hace bueno al del fast food, donde los empleados al menos cobran. Resulta especialmente irritante cuando esta burla a la clase trabajadora viene envuelta en un mensaje supuestamente progresista, que en la práctica se limita a por un lado dar las noticias con el sesgo esperado por sus lectores y un análisis pretencioso de la cultura popular que palidece al lado de la obra de nuestro anfitrión suizo, sin que esta sea precisamente un ejemplo a seguir.