Si os preguntase cómo se desplazan los peces, estoy seguro de que me miraríais con extrañeza, preguntándoos si la Academia no estaría en lo cierto al poner en duda mi salud mental. La respuesta sería inmediata, un automatismo más cercano a un acto reflejo que al resultado de un razonamiento lógico. Nadando, por supuesto. Normalmente me daría por satisfecho, pero es en las excepciones donde nos esperan los platos más jugosos a los investigadores de lo desconocido y la que es os traigo hoy es magnífica. Capturado en una pequeña isla del Caribe de nombre Carriacou, por un veterano pescador, este ejemplar desafía cualquier intento de clasificación. Cual acróbata que se atreve con un triple salto mortal sin red, esta criatura posee los siguientes artibutos:
- Una nariz sospechosamente parecida a una humana, tal que parece un implante hecho por un cirujano loco.
- Un hermoso par de alas, perfectamente inútiles pues ni vuela ni nada con ellas. Lo que nos lleva al tercero.
- ¡Pies! Sí, como veis en la foto que encabeza esta entrada.
Este pez, si es que es digno de tal categoría, camina por el fondo marino. Lo que a priori es una idea descabellada propia de Homer Simpson es la vida diaria de este mutante. Si alguien pretende convencerme que es el resultado de los caprichos de la evolución, que estamos ante un eslabón perdido entre los peces y los seres anfibios pierde el tiempo. Por su propia naturaleza, los eslabones perdidos desaparecen una vez han servido su función, dando pie a seres con funcionalidades completas, capaces de desenvolverse en el mundo. Este ser parece un chiste a costa de los biólogos, una broma de nuestros creadores, o una prueba que quedó olvidada a su suerte. De cualquier manera, para los iniciados en estos mundos, es una prueba de la manipulación genética a gran escala que ha sido desarrollada en la Tierra a lo largo de su historia por civilizaciones alienígenas avanzadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario