El anuncio de la creación de JCVI-syn3.0, una célula sintética capaz de reproducirse, supone un gran paso tanto en la comprensión de como funciona la vida como en la creación de formas de vida artificiales. Dotada de sólo 473 genes, es la forma de vida más simple posible. Ahora sabemos sin lugar a dudas que es posible crear vida en un laboratorio, sin parte de material orgánico como hasta la fecha. Podemos diseñar seres vivos con propósitos específicos. Por ejemplo, bacterias y vegetales para terraformar lugares inhóspitos o para combatir enfermedades. Se abre un abanico de posibilidades sólo visto en la obras de la cultura popular a las que es tan aficionado Patrick Von Steiner, pero al mismo tiempo también debemos ser conscientes de los nuevos riesgos. Aborrezco a los que se dejan llevar por el tremendismo y ante cualquier avance tecnológico significativo invocan el consabido ¡están jugando a ser dioses!, pero tampoco podemos ignorar que la tecnología es una herramienta y que puede ser usada con fines nefandos. Ahí tenemos el ejemplo de la hibridación entre especies, una fascinante técnica que la Academia ha usado para crear carne de cañón con la que cubrir las filas de su Legión Ilustrada. Debemos estudiar y apoyar el desarrollo de esta incipiente tecnología, vigilando que no caiga en malas manos. Es nuestro deber y compromiso, si realmente queremos instaurar el Nuevo Mundo con éxito duradero.
Me pregunto que dirá al respecto el suizo, seguramente lo vea como una confirmación de sus teorías. ¿Enlazará a su peculiar y absurda manera este avance científico con su querida Expedición Delos? No lo dudo ni por un momento. Y si mete algún cómic o película por medio, vamos para bingo. Me preocupa el haber llegado a conocerle tan bien. Vuelvo a mis ocupaciones con la nueva generación de colonias del Nuevo Mundo para apartar estos pensamientos inquietantes de mi mente.
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