Regreso a esta bitácora del pensamiento heterodoxo, satisfecha por haber resuelto satisfactoriamente un dilema al que he venido dando vueltas desde que decidí que la primera tanda de la nueva generación de colonias serían siete. Quería que tuvieran nombres significativos y que a poder ser estuvieran relacionados con la cifra. No quería usar códigos alfanuméricos, son impersonales. Quería nombres reconocibles, que conectaran con el pasado para proyectarnos al futuro. Debo reconocer que encontré la inspiración en la fijación que tiene el suizo que lleva este diario estravagante en todo lo relativo a Japón, pues fue en su cultura donde topé con siete nombres para mis siete colonias. Los Siete Dioses de la Fortuna.
Los Siete Dioses de la Fortuna
Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=317148
Hotei, Jurōjin, Fukurokuju, Bishamonten, Benzaiten, Daikokuten y Ebisu. Así se llaman las primeras colonias plenamente autosuficientes y capaces de viajar por el espacio, la punta de lanzadera de la Utopía que ideó mi Maestro, el Genial Sir Edward Holst. Resultado de la mezcla de las culturas hindú, china y japonesa, simbolizan no sólo las virtudes sino también la buena fortuna que precisamos para tener éxito. Aunque rechazo todo tipo de superstición, no es menos cierto que hay factores que no dependen de nosotros, así como elementos caóticos en el tablero cuyo comportamiento es impredecible. Ni falta hace decir que tenemos un ejemplo bien cerca. Con estas siete colonias listas y al fin bautizadas, espero poder retomar mi actividad por este rincón de Internet. Tengo cosas que decir y una Utopía que proclamar.
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