En la Puerta de Ramos de la Catedral Nueva de Salamanca destaca con fuerza esta peculiar figura de un astronauta. Ya siento el aliento de los esbirros de la Academia, listos para saltar cual fieras sobre mi humilde persona. Soy consciente de que es un añadido posterior y que no fue esculpida en el período en el que fue construida esa catedral, entre los siglos XVI y XVIII. Tampoco sería particularmente novedoso ver una representación de un astronauta en obras muy anteriores al siglo XX, pero hoy hablamos de una figura añadida durante una restauración en los años 90. Miguel Romero quiso dejar su huella, una huella que marcara también la época en la que se llevó a cabo la restauración y escogió un astronauta como símbolo del siglo XX. Hasta ahí llega la historia oficial. Evidentemente aquí no nos parece suficiente y creemos que hay motivos más sutiles tras esa elección, pero por hoy lo dejamos. Habrá más entregas sobre este tema, mismamente en la misma puerta hay otra figura que merece su entrada.
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