Era imposible, inconcebible, un empresario sin experiencia alguna en política y más conocido por ser la estrella de un reality show que por sus éxitos en los negocios no podía ser elegido candidato del partido republicano a la presidencia de los Estados Unidos. Era el bufón de las primarias, un invitado que no se tomaba el proceso en serio, y que sólo buscaba aumentar su ya de por sí considerable fama. Los expertos dijeron que no era más que cuestión de tiempo que se diera de bruces con la realidad, pero no fue él precisamente el que se dio el soberano golpe. No sólo salió escogido candidato en la convención republicana, donde los expertos seguían esperando que ¿un milagro? impidiera su nominación, sino que ha ganado las elecciones y será el próximo presidente de los Estados Unidos. Tras el Brexit y el acuerdo de paz de Colombia, ¿por qué no fueron más prudentes los expertos? Durante toda la campaña siguieron con su discurso a rajatabla de que no había que preocuparse, era poco menos que una imposibilidad matemática que ganara Donald Trump frente a Hillary Clinton. No había elección posible entre ellos, la victoria de Hillary estaba cantada, había llegado el momento de la primera presidenta de los Estados Unidos de América. Pues pasó, y ahora será Trump el que dé el relevo a Barack Obama en la Casa Blanca.
Ahora vienen las quejas y los lamentos sobre la injusticia del sistema electoral, ya que en voto popular ganó Hillary. Los ataques a los votantes de Trump serán constantes. Racistas e ignorantes serán los epítetos más suaves que recibirán. Pero yo pregunto, ¿a qué vienen estos lamentos después de la derrota? ¿Estarían hablando de lo injusto que es el colegio electoral si hubiera ganado Hillary Clinton? Sabían de antemano las reglas del juego, es ridículo agarrarse cual clavo ardiente al voto popular o a la participación cuando lo que cuentan son los votos del colegio electoral. La realidad es que Donald Trump, un "advenedizo", ha ganado y da igual que sus votantes sean viejos, estúpidos, feos... porque en ese sistema tienen el mismo derecho al voto que los cultos, guapos y progresistas. En el Nuevo Mundo el voto está limitado a la gente que está capacitada para ejercerlo. En las democracias se dejan decisiones críticas como la elección del presidente o la salida de la Unión Europea en manos de gente desinformada, manipulada por unos medios de comunicación desesperados por cuadrar sus cuentas. ¿Podemos fiarnos del criterio de un electorado que vive en burbujas digitales, escuchando sólo opiniones que refuerzan la suya propia? ¿Es de extrañar que se sorprendan al ver que hay gente que tiene una visión de la realidad radicalmente distinta? Y ya que estamos, ¿alguien cree realmente que un desfile de famosos va a inclinar la balanza de unas elecciones presidenciales? No funcionó con el Brexit y tampoco lo ha hecho ahora. Por mi parte, estoy orgullosa de dirigir un proyecto sensato en el que no hay lugar para estos espectáculos circenses que siempre han sido las campañas electorales. Los que estéis hartos o preocupados por este resultado, podéis uniros al Nuevo Mundo, donde seréis tratados como merecéis, en función de vuestra valía.
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