Nuestra ofensiva ha atravesado las filas enemigas como el proverbial cuchillo con la mantequilla, obligando al jefe de la función a dar la cara. Tal y como sospechábamos, las criaturas mutantes que habíamos avistado hasta ahora obedecían a otra. Ahora sabemos que son los tres "generales", y que están a las órdenes de un "comandante", un ser humanoide, enfundado en un uniforme de látex y metal que le cubre todo el cuerpo. Cuando estábamos a punto de entrar en el centro de su campamento, los tres generales chillaron psíquicamente, un movimiento que era a la vez un ataque y una alarma.
Con las cabezas doloridas por el asalto psíquico conjunto de los tres "generales", pudimos ver cómo salía su líder de uno de los edificios en ruinas, levitando y apartando piedras de su camino sin realizar el más mínimo gesto, con los brazos extendidos. A duras penas podíamos plantar cara a las tropas, que afortunadamente para nosotros también habían sentido el grito conjunto. El líder mutante nos transmitió directamente a la mente que el experimento había terminado y que ya no tenía interés en el parque ni en la carne de cañón que le había preparado la (corrupta) Academia. Sin mover un dedo, se elevó en el aire junto a sus tres generales, a los únicos a los que consideró dignos de acompañarle y se marcharon, sin que pudiéramos hacer nada. Aunque parezca que eso termina con el conflicto en el parque de Bonaval, aún tenemos que lidiar con las tropas, que si bien sin el mando de los mutantes, ya no representan la misma amenaza, tampoco están por la labor de retirarse sin más. Lo que sí podemos decir es que por un lado ya vislumbramos el final de esta batalla, pero que una nueva amenaza ha surgido, que sin duda dará que hablar.
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