A pesar de las constante intromisiones de la corrupta y decadente Academia, junto a una campaña intensa difamatoria con la que han pretendido volver a los vecinos en nuestra contra, hemos conseguido desalojar a la carne de cañón que habían puesto a disposición de los mutantes para este experimento inmoral. Los híbridos de oveja, que ejercían labores principalmente de avituallamiento y asistencia, apenas presentaron resistencia. El resto, más curtido en las faenas bélicas, sí se organizaron y lucharon, aspirando más a causar una buena impresión a sus inmisericordes tiranos que a mantener su tenue dominio sobre el encantador parque de Bonaval.
Al comprender los jerifaltes locales de la nefanda Academia que la derrota de sus tropas era inevitable, han optado por ordenarles la retirada, no sin antes lanzar un ataque a traición con armas químicas prohibidas por todas las convenciones internacionales, poniendo en peligro las vidas de todos los que se encontraban en un radio de varios kilómetros en torno al parque. Con la satisfacción de la victoria y sabiendo que no nos esperaba la merecida recompensa sino una letanía de improperios y difamaciones, nos retiramos a una de nuestras bases más bucólicas, una diminuta isla en Grecia, donde nos recibió la Diosa Hiliana y al fin pudimos celebrar este nuevo éxito como se merece.
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