En mis habituales excursiones en busca de rastros alienígenas en la Tierra, me he cruzado en varias ocasiones con el singular felino de la foto que encabeza esta entrada. Custodia su hogar cual gárgola o émulo del legendario señor de la noche, Batman. Como ya hemos comentado en esta bitácora, los gatos, siendo unas criaturas que aúnan una curiosidad insaciable y un sigilo prodigioso, han acumulado una cantidad de información superior a la de cualquier biblioteca, que van transmitiendo de generación en generación codificado en su ADN. En el videojuego, ahora adaptado al cine, Assassin's Creed, el protagonista revive las hazañas de un antepasado. Los felinos son capaces de hacer lo propio aunque no sea descendiente directo. Esto hace que sean increíblemente valiosos y que cada vez que me encuentro con alguno en lugares de interés haga lo posible para indagar en lo que sabe sobre sucesos inquietantes en la zona. Algunos son renuentes a compartir la información con un humano, otros en cambio están encantados de demostrar sus vastos conocimientos. Este por ejemplo es más bien un estoico guardián, que tan sólo avisa sobre potenciales amenazas como las esporádicas visitas de los grises, a la captura de conejillos de indias para sus turbios experimentos. También me contó con orgullo que había evitado varias abducciones, razón por la cual, los grises solían evitarle. Ojalá siga custodiando su casa y el camino que pasa junto a ella durante muchos años.
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