No es habitual que los medios de comunicación tradicionales le dediquen espacio a la astronomía o la ciencia en general más allá de su pequeña sección, así que se puede decir que es todo un triunfo el ver en todas partes la noticia del descubrimiento de siete exoplanetas en el mismo sistema solar. Identificar exoplanetas no es algo novedoso sino más bien un proceso rutinario a estas alturas, lo que hace que este caso destaque es tanto la naturaleza del sistema solar como la de los planetas que alberga.
- La estrella es una enana roja ultra-fría apenas más grande que Júpiter.
- Por lo menos seis de sus planetas son rocosos y de tamaño similar al nuestro.
- Los siete planetas están en lo que consideramos la zona de habitabilidad.
- Las distancias entre los planetas son mínimas.
- Varios de los planetas podrían tener océanos.
- No tienen día/noche, están acoplados a su estrella.
Todo lo que sabemos por el momento sobre esos planetas indica que pueden ser habitables. Mi heterodoxo aliado suizo seguramente ya esté fantaseando con qué tipo de civilizaciones alberga ese sistema solar y urdiendo algún plan descabellado para entrar en contacto con ellos. Por mi parte, prefiero indagar más en ese sistema solar mientras nos planteamos la posibilidad de visitarlo. Un hecho indiscutible es que si la humanidad va a sobrevivir a nuestra propia estulticia debe expandirse por el cosmos, y el sistema solar de Trappist-1 parece un candidato idóneo para alojar a la humanidad. Los 40 años de luz que los separan de nosotros no son un obstáculo insalvable para la unión de nuestra inteligencia y nuestra voluntad. El que diga lo contrario o bien es un ignorante o bien es un cobarde, o es las dos cosas.
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