Puedo anunciar que estamos más cerca de desentrañar el misterio del sarcófago. Desde que lo rescaté de uno de los almacenes secretos de la Academia, ha estado a salvo a bordo de la impresionante colonia autosuficiente Daikokuten, de la que soy su orgullosa jefa, y la han estado estudiando los cerebritos que tengo a mis órdenes. Han tardado en decidirse a abrirlo porque querían asegurarse primero que era seguro tanto para nosotros como para lo que hubiera en su interior. La gran sorpresa ha sido ver que no es realmente un sarcófago, no al menos en el sentido que le damos en la actualidad. No alberga un cadáver momificado. Lo que hay en su interior es un alienígena humanoide de un tamaño considerable en animación suspendida. Es lo que hemos deducido de su aspecto y de la sofisticada red de cables y depósitos esféricos de líquidos que lo envuelve. También encontramos una computadora que parece controlar el sistema que lo mantiene con vida. Nuestra esperanza ahora reside en ser capaces de manejar dicha computadora y descubrir quién es el ocupante del sarcófago. A partir de ahí decidiremos qué hacer con él. En principio, nuestra intención es devolverlo a la vida, pero no queremos dejar suelto a un supervillano sediento de poder y sangre, o fastidiarle los planes a un estudioso que desea contemplar un evento cósmico que se produce cada x milenios.
Os mantendremos al tanto de nuestros procesos. Como ya os podéis imaginar, esta espera me ha dejado tiempo libre, que he aprovechado mayormente visitando playas paradisíacas en los que me he dado largos y placenteros baños, cuando no estaba luchando contra monstruos con afición desmedida por la carne humana. Parece que la presencia de seres humanos con poca ropa los atrae como la proverbial llama a las polillas. Así he obtenido algún recuerdo, pero de segunda clase comparado con el ser que alberga el sarcófago. Ojalá me lo pueda quedar. Crucemos los dedos.
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