El autoproclamado investigador de lo desconocido Patrick Von Steiner, ya nos tiene acostumbrados a toda clase de triquiñuelas y gimnasias mentales para sostener sus demenciales a la par que risibles teorías sobre el papel de los extraterrestres en la Historia de la Humanidad. Normalmente me limito a ignorar sus engañifas, con las que no hace otra cosa que imitar a su maestro, el infame Erich Von Däniken, pero hasta la paciencia de Santo Job tenía un límite y Steiner ha superado el mío.
El supuesto encuentro con un alienígena en la playa a la que acude puntualmente cada verano Steiner es un fraude tan desvergonzado que exigía la intervención inmediata de la venerable Academia. Como historiador y ser humano con sentido del honor y la dignidad tenía que exponer este esperpento con el que este mequetrefe suizo se ha superado. ¿Alienígena? Es un vulgar juguete fabricado en China, que en el mejor de los casos encontró abandonado y en el peor robó a un niño, un crimen digno de este siniestro personaje. Ahora pasea a este muñeco por la región desvariando como es ya marca de la casa, subiendo fotos día sí y día también a Instagram, para pasmo de la gente sensata y decente y regocijo de los imbéciles que le ríen sus gracias, o peor aún, se las creen. Para que no haya lugar a dudas muestro LA PRUEBA, una foto de la espalda del "visitante de las estrellas" en la que se ve claramente su origen terrestre. Por eso el farsante solo muestra a su amiguito de frente, para que no se descubra el pastel. Aunque más que pastel es una olla que apesta.
No voy a permitir que esta historia aberrante del visitante de las estrellas quede sin respuesta. El año 2020 ya es suficientemente malo como para añadir al listado de desgracias un nuevo engaño de este trilero que desconoce lo que es el más elemental sentido del ridículo. Ahora es el turno de Steiner, si tiene una pizca de dignidad, pedirá perdón y admitirá su miserable fraude.
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