Era previsible, y como tal lo estábamos esperando desde que compartimos la noticia del artículo que planteaba que la detección de niveles de fosfina elevados en Venus podía ser una señal de la existencia de vida en nuestro planeta vecino. Al igual que la noche sigue al día, sabíamos que llegaría el desmentido, el artículo que negaría la valiente hipótesis, patrocinado por los mezquinos académicos, seres amargados para los que el Cosmos debe ser mostrado como un erial, carente de vida compleja y mucho menos inteligente. Bajo el socorrido disfraz de la supuesta objetividad informativa y neutralidad, nos llegan ahora noticias como esta que dejan a los autores del artículo original como unos advenedicos incapaces de diferencia una cantidad de fosfina descomunal de una cifra que no es estadísticamente significativa. El tratamiento de errores y el estudio estadístico son aspectos básicos en la formación de cualquier científico, por lo que es risible plantear que no los hubieran tenido en cuenta antes de lanzarse a las procelosas aguas de las revistas de divulgación con una propuesta tan osada como atinada, que Venus alberga vida. Ojalá esta puñalada no detenga a esos valientes investigadores y respondan pronto a estas brudas calumnias. El mundo necesita más científicos que rompan con la corrupta y decadente Academia y su telaraña de mentiras y dogmas caducos.
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