Os saludo desde la colonia espacial autónoma Daikokuten. Me acompaña el insigne científico Gzobzhudh, al que despertamos ya hace un año y que se ha incorporado desde entonces a los Hijos del Nuevo Mundo con el alto rango que le corresponde. Como a vosotros, el puñetero coronavirus nos trastocó por no decir que tiró a la basura los planes que teníamos para el 2020. Debería haber sido el año de nuestro glorioso regreso, empezando con una batalla épica contra los mutantes psíquicos y los ciberchorizos de Elysiums, pero primero una inoportuna lesión y luego esa pandemia mundial nos forzó a parar los planes. ¿Y por qué? Porque el mundo está gobernado por una mezcla turbia de majaderos, idiotas y avariciosos sin escrúpulos. No podíamos arriesgarnos a traer el COVID-19 a bordo de nuestra colonia, especialmente al principio cuando se sabía poca cosa. Un día era una simple gripe, y al día siguiente era una señal del Apocalipsis. Lo único que tenía claro es que mi responsabilidad era mantener a salvo a las personas a mi cargo, y lo he conseguido hasta ahora. Ningún positivo, y no es porque no hayamos hecho pocos análisis precisamente.
Os estaréis preguntando qué ha cambiado desde entonces para que rompa mi silencio. Por lo pronto ya sabemos más sobre este incordio, y las vacunas empiezan a distribuirse. Otra es que ya estoy harta de esperar, añoro la acción, y hace tiempo que no aumento mi colección de souvenirs. Además tengo ganas de conocer a ese Visitante de las Estrellas. Es una monada. Es como el Bebé Yoda de Patrick Von Steiner. También quiero decir que el Nuevo Mundo sigue abierto, pero ahora no basta con pasar la Prueba de Validación Universal, hace falta una PCR negativa en condiciones y un periodo de cuarentena de por lo menos quince días. Formar parte de una Utopía real gobernada por alguien capaz y sensato como es mi jefa Ellen Blackmoon bien se merece el esfuerzo. Y dicho esta sólo me queda desearos un feliz 2021, con menos pandemias y más acción.
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