Nuestra inferioridad numérica, lejos de ser un impedimento, ha probado hasta ser una ventaja pues nos ha permitido infiltrarnos entre las filas de los ejércitos de nuestros enemigos, que ven al otro como el principal obstáculo para la Victoria. No es que nos ignoren, más bien no somos su prioridad, algo de lo que estoy seguro se arrepentirán muy pronto.
Hemos formado dos grupos, coordinados por la gran tecnomaga Gwen Marsters, que nos mueve por el escenario de la batalla con la soltura y decisión de una gran maestra de ajedrez gracias a la vista de halcón que le proporciona una red de drones que hemos soltado. No sin sus dificultades, pues nuestros enemigos, especialmente los hackers de Elysium, también disponen de su propia red de drones. Hablando de los hackers, nos sorprende verlos luchando cara a cara con las criaturas de la Academia con exoesqueletos y motos adaptadas al ambiente lunar armadas con lásers y ametralladoras. Son todo un espectáculo digno de una obra de cyberpunk.
Los nuestros no se quedan atrás. Los refugiados de Zyga'Rhon muestran su valor tanto en la superficie como en el cielo sin atmósfera de la Luna. De hecho, sin su ayuda no podríamos haber desplegado los drones, un elemento clave en nuestra estrategia, sin el cual seguramente ya habríamos caído en el brutal fuego cruzado entre Academia y Elysium/Mutantes.
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