No queda otra que aceptar la derrota. Urkruk Alfa, el líder de los mutantes, puso fin a la batalla de un solo golpe. Ahora nos toca pagar las consecuencias. Nuestros esfuerzos para desactivar los aparatos que nos mantienen bajo su control han sido infructuosos, y lo que es peor, cuanto más lo intentamos, más nos cuesta concentrarnos y pensar. Así que hemos decidido desistir antes de bajar al nivel intelectual de la carne de cañón de la Academia, que parece contentarse con un abrevadero y un saco de pienso fresco. Estamos todos reunidos, vencedores y vencidos en una gran sala subterránea, iluminada por plantas bioluminiscentes. En una especia de escenario teatral en el centro están los tres generales y el líder de los Mutantes Psíquicos, rodeados por un círculo de 30 monolitos, entre los que está el nuestro.
Los hackers de Elysium vigilan a los bandos derrotados, aunque muestran más animadversión hacia nosotros, sin duda debido a nuestras victorias en encuentros pasados. La única esperanza ahora mismo es al mismo tiempo una causa de preocupación. Ignoramos qué ha sido de nuestro buen amigo, el Capitán Neyyan Skyssain. Cuando despertamos prisioneros, no estaba con nosotros, y no hemos mencionado su ausencia a nuestros captores, sabiendo que si le hubieran hecho algo, no tardarían en regodearse. Como no lo han hecho, queremos creer que sigue vivo y, más importante, en libertad. Ojalá pueda pedir ayuda. Parece que el líder de los mutantes se dispone a hablar. Ha llegado el momento de la Verdad.
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