Como mínimo, desde el genial Eratóstenes de Cirene, tenemos pruebas convincentes de que la Tierra es una esfera. Eso no ha impedido sin embargo que otras teorías hayan llegado a nuestros días. No deja de ser irónico, que en la actualidad, cuando tenemos más acceso a la información que en ningún otro momento de la Historia, proliferen todo tipo de ideas disparatadas hasta bajo el criterio de un investigador de lo desconocido. El afán por desmarcarse de la corriente y la falsa sensación de superioridad e invulnerabilidad que proporciona el distanciamiento irónico, hace que divulguen estas ideas tanto creyentes devotos como graciosos que quieren reirse del resto, sin saber estos últimos que le dan alas a los primeros, y que alimentar sus fantasías tiene consecuencias reales como hemos podido ver en el caso del COVID-19. Estoy seguro de que nuestra reluctante aliada Ellen Blackmoon haría retirar esa pintada al momento y buscaría por tierra, mar y aire a los autores. Nosotros, en cambio, nos conformamos recordándoles que no vivimos en Mundo Disco, la maravillosa creación de Terry Pratchett, en la que la Tierra sí es plana.
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