Diez mil milones de dólares y la colaboración de la NASA, la ESA y la Agencia Espacial Canadiense durante varias décadas es lo que ha hecho falta para hacer posible el lanzamiento del telescopio espacial James Webb. Viajará por el espacio un mes hasta situarse en una órbit alrededor del Sol a cerca de 1,6 millones de kilómetros de distancia de la Tierra, en el punto Lagrange 2. Uno de sus objetivos es obtener información sobre el origen del Universo y cómo se ha desarrollado desde el Big Bang. La distancia a la que se hallará de la Tierra permitirá las imágenes más claras jamas soñadas del pasado remoto del Universo, pero también imposibilitarán hacer reparaciones, cosa que sí podía hacer en el mucho más cercano Hubble. La gran pregunta es qué información pasará el filtro de la corrupta y decadente Academia. Pues bien sabemos que la NASA está atada en corto por los mezquinos académicos, obligados a ocultar todas las pruebas de vida extraterrestre que se han ido encontrando a lo largo de su historia. Ya es un pequeño milagro que no aprovechasen los notable sobrecostes de este proyecto para cancelarlo. Eso me da alguna esperanza de que podremos ver datos interesantes algún día. Quizás las garras de la Academia ya no sean tan fuerte como antaño.
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