Nada me gustaría más que compartir el optimismo del suizo, pero las pistas sobre la supuesta zona de operaciones del sicario de los Grises son al mismo tiempo tan vagas y tan específicas que tengo la sensación de lo que único que hacemos es dar vueltas en media docena de sitios con la esperanza de dar o bien con señales de que se están llevando a cabo experimentos o su firma, la estrella asimétrica de cuatro puntas. Esto último es el único rasgo distintivo de este individuo. Hay demasiada gente que trabaja para los Grises que deja a su paso cadáveres y edificios arrasados para que eso sirva para acotar la busca.
Ojalá mi compañero de investigación pudiera aportar información más sustanciosa, pero cada vez que intento obtener algún dato útil de las tropelías de nuestra presa, el Capitán elude responder o lo hace de una forma que me deja igual que como estaba. Sí, inflige gran dolor y sufrimiento a sus víctimas. ¿Y? Lo que necesito saber es cómo, eso sí nos daría algo con lo que trabajar para intentar comprender su personalidad. Menos mal que entre vuelta y vuelta nos topamos con matones de la Academia con más ganas de bronca que sesera, momentos que aprovecho para desahogarme. Conste que entre hostia y hostia, les pregunto por la puñetera estrella, pero hasta la fecha las únicas estrellas que ven son las que les provocan mis puñetazos.
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