Yo creo que hay algo que los supervillanos desean más que ver fructificar sus alambicados planes, y es hablar. Les encanta. Sobre sus ya mencionados planes, sobre su visión del mundo, sus aficiones, sus manias... Por eso necesitan un héroe que se les oponga. Por eso no lo matan en cuanto tienen la oportunidad. Quieren un auditorio que no sea afín a sus ideas. Predicar al coro no les satisface, en cambio forzar a sus enemigos a aguantar sus discursos. Eso les chifla. Y, eso es justo lo que pasó. No se conformó con prensentarse. No, no podía limitarse a soltar a sus esbirros e intentar huir. No, tenía que darnos primero una exhibición indecorosa de su ego. Lo siento, pero si yo tuve que sufrirla, vosotros no os vais a librar. Ya soy bastante piadosa poniendo una versión resumida. La acción queda para la siguiente entrega.
- Desde que llegué a este insignificante planeta, me ha causado gran curiosidad que en algunos idiomas los terrestres asociéis el número cuatro a la Muerte. Me pregunto si alguno de mis antepasados estuvo aquí. La estrella de cuatro puntas es el símbolo de mi clan y representa la purificación, algo que solo se puede realizar satisfactoriamente mediante la Muerte de las formas de vida inferiores. El cuerpo del que formas parte, Capitán, me considera un asesino despiadado. Nada más lejos de la verdad. Soy un jardinero laborioso que poda las ramas podridas. Este laboratorio es uno de los muchos sitios donde desarrollo mis pesticidas y los medios para esparcirlos. Ahora que lo habéis contaminado con vuestra indeseada presencia, me temo que tendré que prescindir de él. También siento comunicaros que sólo os acompaño en pensamiento. Mi cuerpo está muy lejos de aquí, a salvo de vuestros ardides. Pero, no os preocupéis, si sobrevivís al pequeño entretenimiento que os tengo preparado, saldréis de aquí conociendo mi nombre. Estoy harto de os referiáis a mi persona como ese esbirro de los Grises, un artista de mi valía se merece que se refieran a él por su nombre, aunque sea una adaptado a los sonidos que pueden producir vuestras limitadas cuerdas vocales. Mi nombre, futuros cadáveres, es Thaezot Striga, la Estrella del Ocaso
Concluyo esta entrada con esa revelación. A todo esto, seguíamos sin tener ni puñetera idea de qué había en la laboratorio más allá de un palmo de nuestras narices. Lo único que nuestro enemigo no estaba ahí, o eso quería que creyéramos. Porque podía ser una estrategia para poder huir cual villano de James Bond, mientras activa la autodestrucción de su base secreta.
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