Según la versión oficial, se trata de una de las eculturas de una exposición que se encuentra repartida por la ciudad, pero nosotros sabemos por experiencia propia que los monolitos siempre contienen secretos, siempre son mucho más de lo que parecen. Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick lo sabían, y plasmaron ese conocimiento en la película del 2001 y en su correspondiente saga literaria, que culminó con 3001. De momento, no hemos detectado nada inusual, pero no sería raro que en el momento más inesperado se activara revelando su verdadera función.
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