La gente no iniciada en los misterios tiende a pensar que los tesoros están ocultos en cuevas remotas e inaccesibles o en islas perdidas en medio del océano. Los curtidos en la investigación de lo desconocido sabemos que hay muchos tesoros escondidos a plena vista. Lo difícil es reconocerlos como tales. Aquí tenemos un ejemplo palmario. Los restos de un árbol reconvertidos a asiento, con una vista magnífica de la playa de Baltar. Para muchos no pasaría de una mera curiosidad, y se estarían perdiendo un objeto de poder, una conexión con nuestro planeta, a través de las raíces del difunto árbol. En esta humilde bitácora lo reconocemos como un asiento de poder, algo pensado para personas con capacidad de liderazgo y el poder para ejercerlo. Evidentemente, solo funcionará con esos individuos especiales. Con el resto, será un asiento más.
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