Cuando alguien se aventura a comentar en público que nos vigilan, la reacción considerada natural es calificar a dicha persona de paranoica. Pero, ¿es paranoia? Yo afirmo rotundamente que no. Nos observan, especialmente en Internet, donde recaban y comercian con nuestros datos a placer, por mucho pop up molesto que nos interrumpa constantemente. Fuera de Internet menos, principalmente porque ya nos ocupamos nosotros de contar nuestras vidas con sumo detalle en la red de redes. Entre Google y Meta, por citar dos de las grandes compañías, puede mapear nuestros recorridos diarios, los lugares que visitamos, incluso la gente con la que nos encontramos con mayor precisión que nuestra falible memoria. Esa información usada para el bien, podría ayudarnos a comprender la naturaleza humana y las dinámicas sociales. Es una lástima que su uso no vaya más allá de escoger con qué anuncios nos bombaerdearán. Los más impacientes os estaréis preguntando qué tiene que ver esta reflexión con la imagen que preside esta entrada. Es evidente. El interés por lo que hacemos y cómo lo hacemos no se ciñe a las compañías y gobiernos terrestres. Hay muchos alienígenas entre nosotros y desde sus estaciones espaciales que nos ven con curiosidad. Esta impactante obra de arte urbana es un recordatorio que nuestras acciones no pasan desapercibidad fuera de la Tierra.
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