Ya no cabe la menor duda de que alguna fuerza maligna está actuando en el núcleo terrestre, y que para ocultar sus acciones ha aislado al legendario reino de Agartha. No ha podido cortar por lo sano sus conexiones con la superficie, pero ha hecho que lo que debería ser un breve paseo sea ahora una aventura llena de incertidumbres. Al entrar en el acceso que hay a los pies de la Gran Esfinge nos hemos encontrado en un largo túnel, apenas iluminado por unas antorchas, cuyas llamas van del rojo al azul sin solución de continuidad. A mayores hay todo tipo de ruidos, que parecen producidos por criaturas que no alcanzamos a ver de momento. Cuán largo es este nuevo y perturbador camino a Agartha es un enigma tan grande como la identidad de nuestro adversario. Avanzamos despacio y con cautela, usando drones a modo de guías que transmiten a Gwen Marsters lo que ven con sus sensores, que captan más allá del rango visible de la luz. Sólo es cuestión de tiempo que demos con los vigilantes de este túnel. Estaremos preparados. Tanto Carman Corrigan como Zirconica Starfighter siguen transformadas, luciendo sus uniformes de colores vivos, una advertencia del gran poder que atesoran los amuletos cocodrilo.
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