La antropóloga pop había puesto un buen trecho entre ella y nosotros, pero no con los dos escorpiones gigantes que la seguían a un ritmo mucho mayor del que se esperaría de unas criaturas de ese tamaño. Eso nos dejaba con cuatro escorpiones con los que lidiar. Pero ya estábamos manos a la obra. Gwen Marsters manejaba los sistemas de defensa de la nave mientras Esteban Marín movía nuestro vehículo lo justo para dificultar los ataques de nuestros enemigos. Eso servía, al igual que la jugada de nuestra compañera de pelo blanco, tan sólo para ganar tiempo. Pero eso era todo lo que necesitábamos para sacar uno de los ases que teníamos en la manga, aunque habríamos preferido guardarlo para más adelante. Ese as eran los amuletos cocodrilo.
Por lo que os hemos contado hasta ahora, al usar el amuleto su portador se convierte en un cocodrilo humanoide. Algo ciertamente útil, pero no cejamos en nuestro empeño de descubrir todo el potencial. Pues bien, resulta que el portador puede acceder al poder de los amuletos sin perder su forma humana. En lugar de eso, es la vestimenta del mismo la que cambia, transormándose en un práctico uniforme que protege y amplifica la fuerza del portador. Este cambio requiere de un tiempo de preparación. De ahí nuestras tácticas dilatorias. Los dos escorpiones que perseguían a Carman Corrigan estaban centrados en no perder a su presa, mientras que el resto tenían sus primitivas mentes ocupadas esquivando las medidas defensivas de nuestro vehículo, que incluían descargas, ondas,... y alguna que otra sorpresa explosiva. Los entrantes para el primer plato. Al terminar el tiempo de preparación, simultáneamente, Carman Corrigan y Zirconia Starfighter tocaron el amuleto cocodrilo que llevabn colgado del cuello y se transformaron con una lzu cegadora. El resultado era más cercano a los superhéroes de los grupos de Super Sentai que a los hombres cocodrilo. Ahora quedaba por ver cómo serían sus capacidades en combate.
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