Aunque el titular pueda parecer un trabalenguas su significado no sólo es sencillo, sino que no sorprenderá casi a nadie. No soy más tajante porque siempre hay alguna alma cándida que ignora las realidades más obvias, cuando estas no encajan en su visión idílica del mundo. Un 42% de los CEO de las grandes compañías, es decir, los jefazos que toman las decisiones, temen que la Inteligencia Artifical pueda suponer el fin de la humanidad en un plazo que va de entre cinco a diez años. No obstante, ese temor no ha sido un obstáculo a la hora de frenar la contrataciones de humanos o que 4.000 puestos de empleo hayan sido reeamplazados por IAs en mayo.
La hipocresía es tan evidente que resulta risible. Ven en las IAs una amenaza existencial pero la adoptan con entusiasmo para abaratar costes como sea y contentar a los accionistas. Personalmente, creo que más temprano que tarde, van a chocar con los límites tecnológicos de las actuales IAs, que distan mucho de las IAs de la Cultura Pop. Estas IAs no comprenden ni lo que leen ni lo que dicen, tampoco se rigen por las leyes de la robótica de Asimov. Esto hace que puedan causar catástrofes varias si no están supervisadas por seres humanos. Ahí estará la clave de nuestro futuro, no tanto en estos complejos algoritmos de generación de imágenes y texto, sino en sus usuarios. Afortunadamente, el futuro no está escrito en piedra. No tiene porqué ser cómo la imagen que ilustra este artículo.
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