Nos disponíamos a emprender nuestra misión de liberación, cuando se presentó en nuestra base uno de los mayores enigmas que esta bitácora haya encontrado, Augustus Severinus Píngolas. El conspirólogo y maestro del disfraz, para sorpresa de nadie, estaba al tanto de nuestro contacto con el gran rey filósofo de Agartha, y sabía que íbamos a usar esa comunicación para dar con la ubicación actual del legendario reino. Pero, no era el entusiasmo lo que denotaba su rostro ante la inminente aventura, sino la preocupación, pues estaba convencido de que íbamos directos hacia una trampa.
Si bien el mensaje era genuino, en las interferencias que eliminamos para entenderlo había código de los arribistas de la Academia para manipular la señal y llevarnos por un camino lleno de trampas. Desgraciadamente, las alternativas son peores, pues al menos esta ruta es transitable, pues nuestros enemigos buscan disfrutar lo máximo posible, por lo que sabe nuestra inquietante visita, las trampas sólo están diseñadas para desgastarnos hasta el punto de que lleguemos vivos pero hechos polvo a Agartha. Sabiendo esto, no queda otra que prepararnos para lo peor. Como muestra de su apoyo a nuestra causa, Augustus Severinus Píngolas ha manifestado su intención de unirse a nuestra misión pues considera que nuestras intenciones son nobles y que Agartha debe ser liberada. Además quiere comentar conmigo ciertas ideas a las que les ha estado dando vueltas, como la noción de que hemos entrado en una fase de Internet en la que se diseña contra el usuario para conseguir a toda costa que pague para hacer un poco más tolerable la experiencia de uso.
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